lunes, 4 de enero de 2010

NUESTRA QUERIDA BANDERA


Quiso la casualidad que leyera yo en esos momentos el tomo Leyendas Canarias, del escritor palmero Félix Duarte, editado por Edirca. Y que, por mucho que Duarte edulcorase las crueles historias (con eso de decir que todo "el mundo es bueno", decirlo para que me quieran más), no pudiese yo menos que sentir que los invasores españoles no han concluido su conquista, no, pariente. Porque todavía somos muchos los canarios insurrectos, los canarios que nos negamos a la su-misión colonial.
Como en aquellos tiempos, actualmente hay compatriotas sumisos y compatriotas insumisos. No, no han podido los invasores acabar con todos nosotros. Es lo que han pretendido y continúan pretendiendo. Peodrán tenernos desarmados de armas de matar -las que ellos usaron y continuarán usando-, sí; pero no nos han conquistado del todo. Aún somos bastantes los insurrectos, los que mantenemos alzado el ejemplo de nuestros mayores Doramas y Benchomo, Bentejuí y Beneharo, Tanausú y Hupalupa...
Esto era lo que sentía yo, pariente, mientras leía las pasteleadas leyendas del compatriota Félix Duarte: cuando me llama por teléfono Tomás Quintana pidiéndome un texto sobre nuestra bandera, un texto con el que yo me sumara a los actos de celebración del veintinueve aniversario de su definitiva aceptación. Y ahí te va lo que sal-dría de mi alma:
*
"La utilización represiva que se hacía de la bandera española me hizo mirar, con recelo primero y con aversión después, a las banderas, a todas las banderas. Sólo podía valorar yo en éstas un símbolo de opresión policíaco-militar.
>>La Patria representada por la bandera sería, desde tal perspectiva, un pretexto de dominación armada, un instrumento de explotación capitalista y una adormidera popular mediante algarábicas liturgias callejeras. Eso era lo que yo alcanzaba a valorar porque, afortunadamente, yo veía la bandera española desde abajo. La veía desde el pueblo, anegado de pueblo, siendo pueblo.
>>Aún no habían brotado en mí los anhelos de una dignificación colectiva posible y necesaria. Aún no había yo sentido que pertenecíamos a una Patria dominada a punta de pistola y a costa de sobornos, ignorancias, miedos y chantajes. Aún los ojos de mi espíritu continuaban abotargados tras tantos años de ensoñación provocada por el narcótico de una educación escolar egoístamente católicocapitalista y anticanaria.
>>Mientras tanto, y a través de estimulantes lecturas o de visionar películas esclarecedoras, fui descubriendo reflexivamente que había personas luchando tenaces y heroicas por una existencia más justa en este mundo. Descubrí que pueblos rebeldes se procuraban y conseguían, tras denonados -e incluso fatales- sacrificios, la libertad para su Patria. Conseguían ellos, con amor en-sangrentado, desembarazarse del yugo de una metrópoli tiránica y expoliadora -como todas las metrópolis.
>>Y esos luchadores en pos de una dignidad y de una liberación, todos ellos, enarbolaban su bandera. Necesitaban de un símbolo aglutinador, de una enseña acicateadora, animosa. Aprendí, casi a regañadientes, que no todas las banderas eran ostentación de maldad bendecida y mentira alardeada. Supe que, como todos los símbolos, dependían ellas de qué manos las blandieran, de qué almas las ondearan.
>>Y empecé a apreciar con respeto a esa tela roja de comunista redención, a esa tela rojinegra de anarquista rebeldía, a tantas telas de luminosos colores que representaban a pueblos en lucha por su independencia, por la posibilidad de realizarse como colectivos humanos diferenciados y solidarios. Así hasta que surgió resplandeciente de humildad altiva esa entrañable tela tricolor con sus siete estrellas verdes. Reconozco que me sigue costando sobremanera borrar del fondo de mi alma los restos de prevención que me provoca todo símbolo colectivo; no puedo evitar los recelos hacia el cegador aborregamiento tan natural que nos invade cuando ese símbolo se enaltece sobre frustradas colectividades anhelosas y sin control.
>>Pero asimismo siento, por otra parte, la necesidad que tenemos los humanos de disponer del acicate espiritual en nuestra interminable lucha en pos de la justicia en libertad. Y ese acicate espiritual tiene cabida, también y especialmente, en una bandera. Esa bandera es, para nosotros, para los canarios que creemos imprescindible continuar bregando por la independencia patria, la tricolor blanca-azul-amarilla con sus siete estrellas verdes.
>>Ojalá siga ella simbolizando por siempre lo que representa actualmente: una llamada a la justicia en libertad, sólo posible si arrancamos desde la existencia de una Patria soberana y solidaria".

Sí, pariente, aún no han acabado ellos la "con-quista". Aún quedamos bastantes insurrectos. En nuestra Patria Canaria siempre -hasta su recuperada independencia- habrá alzados. Los sacrificios heroicos de nuestros patriotas primeros no fueron en balde.

26-octubre-1993

BIOGRAFÍA


Víctor Ramírez nació el 30 de junio del año 1944 en San Roque de Las Palmas de Gran Canaria. Ejerció de Maestro de Escuela y de Profesor de Secundarias. Casado, es padre de dos varones y de dos hembras y abuelo de cinco nietas y dos nietos. Practicó el fútbol hasta los 47 años. Es académico canario de la Lengua. De su novela "Nos dejaron el muerto" se realizó la película "La caja", dirigida por Juan Carlos Falcón.

Libros suyos de narrativa son:
NOVELAS:
"Nos dejaron el muerto",
"De aquella zafra",
"Sietesitios queda lejos"
"El arrorró del cabrero"
"Largo oscuro origen"
"Arena Rubia"
"La tercera mitad del cariño".
"Precisamente"
"Guirres sin alas"

RELATOS BREVES (CRÓNICAS APÁTRIDAS)
"Cada cual arrastra su sombra"
"El arranque"
"La taza vacía"
"Además lo primero"
"La vez entre después y ahora"
"La piedra del camino"
"Ojo de pulga"
"Hedor de esquirola"

REFLEXIONES PERIODÍSTICAS:
"Respondo",
"La Escudilla",
"La rendija",
"Palabras de Amazigh",
"El callejón sin salida",
"En la burbuja",
"El paraíso podrido",
"El fósforo encendido",
“Agüita pasada”,
“La limosna de Perico”,
“A ras del suelo”,
“Escrito en Sietesitios”,
”En el Edén carcelario”,
“A la sombra de Alcorac”
"Canarias: ¿genocidio planificado?".

Con Rafael Franquelo ha editado
"Literatura Canaria. Antología de textos: siglos XVI-XX "(1976),
"Cuentos canarios contemporáneos" (1980),
"Narrativa canaria del siglo XX" (en tres volúmenes: 1985, 1987 y 1990)

También ha editado "La huida" de Antonio Bermejo y "Viento" de Isaac de Vega. Con Rafael Franquelo editó "Diciembre", de Natalia Sosa, "Tirma Betancor", de Atlántida, y "Resumen de la Historia de España" de Nicolás Estévanez -esta última en Editorial Benchomo.

Con Franquelo y Carmelo Arocha, elaboró casi doscientas cincuenta entregas de "Cartel de las Letras y las Artes", separata literario-cultural de cuatro páginas del Diario de Las Palmas.

También tiene la suerte de practicar ocasionalmente la canción popular mexicana en radio y cara al público. Le han editado dos discos compactos: Que te vaya bonito (con canciones de José Alfredo Jiménez) y Entrañables corridos mexicanos.

Para la radio realiza los programas "Que te vaya bonito", de música mexicana; "Querida música", de música canario y latinoamericana, "El Tenampa", de comentarios socio-políticos y algunas que otras canciones mexicanas, y "El rincón de la cantina", donde canta en directo con algunos amigos (este programa lo realiza también en televisión local, concretamente en Radio Televisión Insular).

Sergio Alasia, en Turín, presentó tesis de licenciatura titulada "El dominio de la palabra en NOS DEJARON EL MUERTO".
Mor Fatim, en Dakar, presentó tesis de licenciatura titulada "La muerte en NOS DEJARON EL MUERTO".
Ambas tesis han sido publicadas en libro.